castillos / torres

Los ejemplares de castillos existentes 
en Bizkaia son muy escasos y ninguno
de ellos se asemeja a la tipología 
clásica castellana.
Los que quedan son torres evolucionadas 
o edificios neomedievales del XIX, 
como el de Butrón y Arteaga, alzados sobre antiguas casas-torre.

CASTILLO DE BUTRÓN,  Gatika

Este castillo, que ya existía en el siglo VIII, es el protagonista de historias que se transforman en leyendas; fue propiedad de los temidos Butrones, conocidos por sus pendencias y peleas con la gente del lugar, y  el centro de la lucha entre dos familias, los Gamboinos y los Oñacinos, con una secuela de muerte y tragedia.

En el siglo XV es transformado en residencia habitual 
del rey Enrique IV y el castillo fue pasando de herederos en herederos, hasta que, casi en ruinas, llega hasta el siglo XIX donde comienza una nueva transformación.
Acorde a las tendencias de la época, su nuevo propietario reconstruyó un edificio exótico, inspirado en arquitecturas fantasiosas, en una lenta tarea que recién termina en el siglo XX, conservándose únicamente, de la obra 
primitiva, la planta baja de uno de los torreones.


Así llega hasta nuestros días este impresionante edificio que impacta por su
solidez y estilo; la piedra labrada, los detalles decorativos, la ubicación en
medio de un bosque de robles y junto a un riacho que desemboca en Plencia,
hacen un conjunto de enorme belleza que vale la pena visitar. 

CASTILLO DE ARTEAGA,  Gautegiz-Arteaga

Situado en el corazón de la reserva de Urdaibai, en Gautegiz, 
cerca de Ajanguiz y Kortébuzi, en la provincia de Bizkaia,
nos sorprende con una espectacular belleza.


Es una obra de estilo gótico que data del siglo XIII, 
en su origen, una torre central con otras a los lados.
En el año 1.358 fue destuido por Pedro de Castilla, 
pero se levantó de nuevo posteriormente.
Padeció también las guerras que se sucedieron en el siglo XV.

Una vez restaurado, 
albergó a los carlistas 
conducidos por el
general Velasco, quien ocupó el edificio como residencia personal.
Dentro de su evolución histórica, destacar los vínculos que unían a la familia fundadora del castillo con la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, 
por lo que se le cedió el castillo al hijo del emperador, trayendo a especialistas y trabajadores del palacio de Versalles.
En cuanto a los elementos defensivos, destaca la torre del Homenaje, circundada por una cerca, y las dos torres de forma circular que la rodean; todas ellas obras del siglo XIX. 


Sus muros están abiertos con vanos rematados en arcos apuntados. 
Alcanza una altura de 30 metros.
Posee una escalera espiral que une su parte más baja con la más alta.
Cabe destacar el escudo de la familia de los Guzmán 
que aparece en la portada principal y los arcos apuntados de las ventanas
que recuerdan la decoración de origen árabe.
En la construcción del castillo destacala piedra muy trabajada y colocada
de tal manera que aporta al edificio un aspecto compacto.
En la actualidad  ha sido restaurado y alberga un establecimiento hotelero. 

CASTILLO DE MUÑATONES,  Muskiz 

El Castillo de Muñatones es el único, 
de cuantos permanecen en pie en Bizkaia, 
que mantiene la tradición arquitectónica de la región, 
basada en la creación de casas-torre. 
Desde su construcción en 1.339, el edificio ha sufrido diferentes 
modificaciones y ampliaciones, que lo acompañarían 
de otras dos importantes construcciones:
la ermita de San Martín de Muñatones y el Palacio Salazar.

En 1.949 
la Diputación 
Foral de Bizkaia 
adquirió todo el 
complejo para 
restaurarlo, 5 años
después de que fuera 
declarado Conjunto 
Histórico - Artístico 
Nacional. 

El castillo, como la mayoría de los castillos vascos medievales, 
nace desde un núcleo central: 
una torre-fuerte cúbica almenada, muy hermética, que se rodea de un 
recinto amurallado rectangular con un cubo en cada lado y una torre
cuadrada en dos de sus lados, a modo de entrada. 
A través de este acceso nos introducimos en una segunda línea de defensa 
almenada, que da paso a la torre propiamente dicha. 

El Palacio Salazar fue 
cedido en 1.968 al 
Ministerio de 
Información y Turismo
para su uso como 
parador, hasta 1.973. 
En ese año, el conjunto
de edificios fue 
adquirido por Petronor, 
que convirtió el palacio en sede social de la empresa y el terreno circundante al complejo en un jardín público. El Castillo de Muñatones es objeto desde hace años de una cuidadosa restauración. La Diputación Foral de Bizkaia y el INEM han instalado en él una escuela-taller.

FUERTE DE LA GALEA 
(Castillo del Príncipe),  Getxo 
 
Es el mejor ejemplo de construcción militar del XVIII conservada 
en Bizkaia. Conocido también como Castillo del Príncipe,
la Diputación encargó en 1.740 su ejecución al ingeniero Jaime Sycre, 
como medida para fortalecer el litoral costero ante la amenaza 
de una importante escuadra inglesa que merodeaba por la zona.

 

En la construcción,
realizada en 1.742,
participaron 600 trabajadores proporcionados "voluntariamente" por las poblaciones de la zona.

El Fuerte tenia una 
planta similar a la del
actual, aunque no idéntica 
puesto que carecerá de los 
dos baluartes que hoy en 
día dispone por la zona 
del mar.
Contaba con:
• Un gran cuartel en su parte central
• Depósitos de pólvora y municiones
• Literas para los soldados
• Un gran foso y un puente de madera.
• Suelo empedrado para facilitar el tránsito de los cañones y las municiones
• 20 cañones, aunque este número se fue reduciendo
(12 en 1.765, 8 en 1.773 y sólo 6 en 1.827).


Al Norte del fuerte se construyó una batería complementaria, 
el "Castillo menor" o "Fortín menor", y de la que no nos queda resto alguno.
La custodia de ambas fortalezas quedaba a cargo de una única persona 
mantenida por la Diputación, 
y a la cual se le denomina como "guardafortines" o "talayero".


Los datos históricos hacen suponer que este Fuerte y sus cañoneras, 
nunca entraron en funcionamiento y fue más bien un elemento disuasorio. 
Tras el abandono militar de éste, 
su emplazamiento será ocupado por el primer faro vizcaíno.
Fue construido a finales del siglo XVIII, en torno a 1.782, 
y tuvo una planta cuadrangular con 3 pisos y una altura de casi 17 m. 
El farero se comunicaba con la villa de Bilbao 
a través de un complicado sistema de banderas.


Posteriormente sufrió en un corto espacio de tiempo 
dos sucesivas destrucciones por las tropas británicas. 
La primera en 1.812 y la segunda en 1.836 cuando 
la Legión Británica acudió en auxilio de las autoridades liberales
y en contra de la amenaza carlista.

PALACIO DE TORREBILLELA,  Mungia

El edificio más antiguo de la villa es el Palacio de Torrebillela, 
en el que se han realizado numerosas transformaciones desde la primitiva 
casa-torre de origen medieval, hasta su aspecto neogótico actual.
La mansión ha soportado muchas variaciones hasta su reinante presencia , 
pero parece que el original fuese una sencilla torre de piedra, 
sin ornamentación, de 5 pisos de altura, 
que se emplearían tanto para defensa como para vivienda.

A finales del siglo XV 
o principios del XVI, 
sufrió su primera remodelación,
pero no perdió su aspecto de bloque compacto, rematado 
por un friso de 
almenas y merlones,
que a su vez sustentaban el tejado a cuatro aguas;
el inmueble al completo estaba rodeado por una pequeña muralla.

En 1.852 se sometió a una gran renovación, 
transformándolo en el palacete que ahora conocemos; 
en la última metamorfosis, en 2.006, recuperó los tejados; 
el antiguo solar de los Billela alberga servicios culturales del municipio.


El resto de las construcciones medievales que formaron el antiguo 
casco urbano de la villa,  fueron derribados a principios de los 80  y, 
poco a poco, también se fueron destruyendo y renovando otras 
edificaciones de factura antigua, 
de tal modo que el resultado es una población relativamente reciente.

 

También, resultan interesantes la Iglesia de San Pedro, 
un templo del siglo XVI y que fue construido 
sobre una antigua construcción religiosa,



y la Puerta de Santa María, perteneciente al siglo XVIII.


Respecto a la arquitectura civil,
bien vale la pena dar un paseo por el Ayuntamiento,
de estilo neocántabro,


y los típicos caseríos vascos, siendo  
Landetxo Goikoa el mejor ejemplo de ellos.

 
Se trata de un caserío levantado entre los siglos XVI y XVII, 
que es el de mayor antigüedad de todo Bizkaia.


Actualmente está integrado en el parque temático Izenaduba,
donde hace la función de Casa del Olentzero.


TORRE PALACIO DE MUNTXARAZ,  Abadiño

Lo que hoy conocemos como Palacio de Muntxaraz fue en su origen una torre fuerte, de sólidos y herméticos muros, que aún puede reconocerse en los cuerpos bajos. En cierto momento los propietarios decidieron reformar la parte alta, reconvirtiendo todo el conjunto en palacio y casa de labranza. 
 
Desde el exterior, el 
alzado de Muntxaraz 
obedece a una variada 
fórmula constructiva que busca potenciar el valor funcional del edificio, pudiéndose apreciar tres niveles diferentes. 
El primero de ellos es el inferior, sin duda excesivamente hermético pues sólo 
se abren en él unos respiraderos para las caballerizas y el acceso al edificio. 
El gran salón es la pieza que define todo el monumento. 
Forrada, en el nivel más bajo, de pobres muros de mampuesto 
de ladrillo enlucido y, en el superior, de madera, 
esta zona era el centro de la vida interna de la torre.

En líneas generales, 
el edificio es un 
compacto bloque 
paralepipédico de planta ligeramente rectangular, alzado en mampuesto 
en las fachadas menos públicas y en sillería 
en las orientadas a 
Levante y Mediodía. 

Un gran tejado a cuatro aguas remata la construcción, 
logrando ese aspecto general muy cúbico que tradicionalmente 
se identifica con las torres fuertes medievales. 

A comienzos del siglo XVII, la Torre Muntxaraz dejó de pertenecer 
a esta familia, pasando a ser propiedad de los Guissasa, 
quienes iniciaron una nueva reforma en los cuerpos altos de la torre.

TORRE DE TERREROS,  Zalla 

Aunque la torre ya existiría posiblemente en el XIV, 
lo que hoy podemos contemplar fue construido a fines del siglo XV
por Juan Galíndez de Terreros. 
Con posterioridad la fortaleza no parece haber conocido grandes cambios,
salvo el adosamiento de un caserío. 
Pero, tras ser abandonada por sus ocupantes, 
durante las dos últimas décadas ha sufrido un importante deterioro.
La falta de mantenimiento culminó con la caída de la cubierta, 
y con ella la de toda la estructura interna del edificio.

A pesar de ello, 
Terreros aún mantiene 
una silueta imponente y suficientes elementos de interés como para hacer de ella una de las torres más características de Bizkaia. La torre de Terreros es un llamativo volumen vertical, con una planta cuadrada de cerca de 10 metros de lado y unos 15 metros de altura.
Sus gruesos muros se aparejan en el habitual mampuesto recuadrado,
reforzado con sillares muy grandes en las esquinas
y más reducidos en el recerco de los huecos.
El piso bajo servía de cuadra y almacén -y ocasionalmente de cárcel-. 
Tenía un único acceso, un arco apuntado alto y estrecho abierto
en la que hoy aparece como fachada principal.

A su lado, un poco 
más alta, una aspillera 
de grandes dimensiones servía para iluminar la planta, al igual que otra muy similar en la fachada izquierda. 
El piso residencial era el primero. 
Su acceso está tapiado al exterior (oculto bajo la casa adosada), pero desde el interior se aprecia su silueta. Sería, como es usual en estas construcciones, 
un arco apuntado al que se llegaba a través de un patín -escalera exterior de piedra-, que fue desmontado con motivo de la construcción del caserío anexo.

Ya en el interior, en este nivel se hallaban el hogar, los camastros en los que dormían los servidores y la alcoba o cámara del pariente mayor. 
Sólo esta última estaría dividualizada del resto del espacio 
mediante unos tabiquillos de verganazo 
-varas de avellano entrelazadas y forradas con yeso o arcilla-. 
Se iluminaba esta altura mediante algunas ventanas y luceros, aunque en la actualidad todos estos huecos han sido alterados en Terreros. 
Esta planta es, como corresponde a una verdadera torre, desproporcionadamente alta (cerca de la mitad del total del edificio).

Esto planteaba 
problemas de iluminación y ventilación, por lo que fue necesario abrir en la parte más alta del piso unos grandes luceros
-el de la cara principal puede verse en el centro de la fachada-. 
La segunda planta la ocupaba una sala, un amplio espacio sin divisiones interiores abierto al exterior a través de tres ventanas ligeramente apuntadas situadas en las tres caras que eran visibles desde el camino, mientras que la actual fachada principal,
pese a estar orientada al sur, carece de vano.  
Además hay varias aspilleras que posiblemente compartían las funciones militares -bocas de tiro- con las de lucero. 
Por encima de la sala existía un camarote, 
lo que resulta poco habitual en las torres. 
Y es este espacio el que presenta los elementos más singulares de Terreros: 
además de algunas aspilleras, cada fachada cuenta con una ladronera, 
un cuerpo volado que permitía a los defensores de la fortaleza arrojar objetos
sobre cualquier atacante que lograra acercarse hasta los muros de la torre. 
Son éstas las únicas ladroneras conservadas en las torres vizcaínas,
lo que hace de Terreros un caso muy especial.
Es posible que por encima de este camarote con ladroneras discurriera
un remate almenado, pero si así fue, nada ha quedado de él. 
Como se ha indicado, la estructura interior y la cubierta se han perdido. 
Aquélla era a base de pisos de madera sustentados en un pie derecho central
y los escalones que presentan los muros en cada piso. 
El tejado era piramidal, a cuatro vertientes.

TORRE DE LA QUADRA,  Gueñes

Hacia 1.453 un Salazar 
se apoderó de la torre 
y obligó a su propietaria,
la viuda de Juan de La Quadra, a casarse con él, a fin de hacerse con el importante y estratégico patrimonio del linaje.

La respuesta no se hizo esperar,
y el prestamero de Bizkaia
-el encargado de administrar justicia-, secundado por varias familias tanto oñacinas como gamboínas, reunió un verdadero ejército de 1.500 hombres para atacar a los Salazar.
Estos, por su parte, les hicieron frente -y derrotaron-con 800 hombres.
 Pero, pese a su victoria, la fortaleza fue finalmente
devuelta a los La Quadra.
Posiblemente después de estos hechos se construyó la torre, ya que por sus características formales podemos datarla en los años finales del siglo XV. 
Con el paso del tiempo La Quadra fue transformada en un caserío. 
Ello supuso algunas alteraciones, 
aunque no tan graves como en otros casos semejantes. 
Sin embargo, en 1.981 un incendio destruyó la estructura interna 
de La Quadra, y la casa fue abandonada, 
iniciándose un acelerado proceso de ruina.


La Quadra es una fortaleza más compeja de lo habitual, 
al estar formada por la torre propiamente dicha y 
una cerca exterior que define un amplio espacio cuadrado. 
La muralla aún alcanza en algunos puntos los 4,5 metros de altura, 
aunque en otras zonas se ha arruinado por completo.
Han desaparecido también sus arcos de entrada -debieron de ser dos-, 
pero se conservan en parte las dos líneas de saeteras, 
pequeñas las inferiores y de gran tamaño las superiores, 
que recorrían la cerca.
La estructura interior era a base de pisos de madera sustentados en un 
pie derecho central y los escalones que presentan los muros en cada piso, 
pero casi todo ello se perdió tras el incendio de 1.981.
Remata la torre un tejado piramidal, recientemente restaurado.

TORRE DE YBARGOEN,  Gordexola

Se alza en el barrio de 
El Pontón, a escasos 
metros del puente al
que se debe esta 
denominación. 
Si habitualmente las
torres son volúmenes 
marcadamente verticales, Ybargoen es aproximadamente cúbica: unos 10,5  x 12 m de planta y 11 m de altura.
Esto es debido a que en Ybargoen falta el piso destinado a gran salón,
usual en estas fortalezas. 
Los muros son más delgados de lo habitual, 
no alcanzando el metro de espesor, 
ya que la menor altura del edificio exige menor potencia de las paredes. 
El material empleado es el habitual: muros de mampostería reforzados
con sillares en las esquinas y recerco de los vanos. 
Estos están bastante alterados como consecuencia de la reforma del XVII, 
pero aún se conservan algunos de los originales. 

Así, en el piso bajo, 
la cuadra, puede verse un acceso en arco apuntado en la cara derecha y algunos luceros aspillerados. 
La primera planta 
era la residencial. 
A ella se llegaría a través de un patín o escalera exterior de piedra, hoy perdido. 
La entrada es en arco apuntado, y sobre ella se situaba un escudo 
-en la última restauración se ha puesto allí un nuevo blasón-.

En la cara derecha hubo también una ventanita geminada - doble- de arcos apuntados y rematada por dos escudos, pero la reforma del siglo XVII le afectó seriamente: al abrir una nueva ventana se rompió la anterior, 
de la que hoy sólo se conserva la mitad y uno sólo de los escudos.
Había también en este piso varias aspilleras, que podrían ser de carácter defensivo o, más sencillamente, de iluminación. 
La exagerada altura de esta planta, que obligó a abrir algunos luceros 
en su parte más alta, permitió durante las reformas del XVII encajar un piso 
entre el residencial y el camarote. 
De esta forma las tres alturas originales se transformaron en cuatro. 
Y esto obligó la apertura de nuevas ventanas para la nueva planta, transformando por completo la imagen del edificio.
 
Por encima de estos dos 
niveles residenciales estaba, como decimos, 
el camarote, un espacio bastante peculiar:
esta ganbara se abre al exterior a fin de que pueda circular el aire, necesario para el secado y conservación de los productos agropecuarios, pero no lo hace mediante ventanas o lucerillos, 
sino mediante un almenado. Como en otras torres tardías 
y ya alejadas en el tiempo de las guerras de bandos.
En cuanto a la estructura interior del edificio, había sido totalmente alterada en el siglo XVII, y de nuevo se ha modificado 
con motivo de la reciente reforma.
La torre remata en una cubierta a cuatro vertientes, 
lógicamente también reciente.

TORRE FUERTE DE ZAMUDIO,  Zamudio

La torre de Zamudio está situada en el barrio Elexalde, junto a la iglesia parroquial y en las inmediaciones del solar de Cadalso y la casa consistorial. 
Es una reconstrucción de un elemento defensivo 
destruido a mediados del siglo XV por los Butrón. 
Tiene un aire militar y cuenta con garitones 
en cada una de sus cuatro esquinas.
Las armas del escudo de los Zamudio se repiten en la parroquia, 
ya que eran a su vez patronos de dicha iglesia. 


De planta casi cuadrada, la torre es un volumen cúbico,
aparejado en mampuesto y sillería.
Tiene dos accesos: el primero, a nivel del suelo, apuntado y de dovelas, 
sirve de paso a la primera sala, reconvertida en sala de exposiciones. 

El otro está orientado 
hacia la iglesia de 
San Martín y es 
de medio punto
y de dovelas radiales.

Curiosa es la entrada
a través de uno de los
elementos más 
característicos
de la torre:
una escalera exterior
cerrada, adosada y
fortificada con almenas
y bocas de artillería.

En el siglo XVIII la torre pasó a ser propiedad de los Malpica. 
Después, hasta hace no muchos años, fue utilizada como casa de labranza.
Actualmente, alberga la biblioteca municipal.

TORRE DE MARTIARTU,  Erandio

Se alza en la parte
inferior de la ladera 
del monte Unbe, 
dominando la vega 
del Udondo.

Se corresponde a uno de 
los linajes más antiguos 
del municipio.

Los restos de la primitiva 
edificación actualmente 
están ocultos al exterior 
por la construcción 
renacentista.

De la Torre Medieval se conservan muros de sillería de arenisca con 
tamaño irregular equivalentes a las dos primeras plantas de la fachada Sur 
y de la mitad de las orientadas al Este y Oeste.

La obra renacentista del siglo XVI recubrió lo que quedaba 
de la torre gótica mediante un antemuro.

La planta baja tiene su acceso al Sur, a través de un arco elíptico. 
Al segundo nivel se accede a través de una escalera exterior. 
Los muros perimetrales están rematados por un friso 
que sustenta una balaustrada y hace las veces de almena. 
Sobre esta crestería un tejado de dos agua, 
levantado a la altura del tercer piso.

CASA DE JUNTAS DE AVELLANEDA, Sopuerta

Entre los años 1.942 y 1.968 Eugenio María de Aguinaga, 
dirigió una verdadera transformación de la Casa de Juntas. 
Según Aguinaga, su intención primordial fue unificar los diversos 
edificios que formaban el conjunto de Avellaneda y darles una imagen 
de dignidad y monumentalidad que, a su juicio, tuvieron en otro tiempo. 


Así, se añadió un piso más a la torre, 
en el que se abrieron ventanas de apariencia románica; 
se instalaron grandes ventanales clasicistas; 
se remató el edificio con un almenado; 
se construyó una escalera de caracol ovoide…

El resultado fue una torre pintoresca,
evocadora, romántica casi.

Y ello ha convertido a la
Casa de Juntas de Avellaneda en el monumento más emblemático de
Las Encartaciones,
en la referencia sentimental para los habitantes de la comarca.

Desde el punto de vista artístico, sin embargo,
es un remake historicista
-pero muy poco fiel a la verdadera historia de los edificios intervenidos-, 
acorde con el espíritu de postguerra que inspiró el proyecto.

Aún ha conocido Avellaneda una última intervención, 
con motivo de la renovación del Museo de Las Encartaciones.

En 1.989 los arquitectos Javier Muñoz y Josu Urriolabeitia 
reformaron una vez más el interior de las construcciones, 
añadiendo además un nuevo cuerpo de formas macladas 
que ampliaba la superficie expositiva del Museo.


Pero, a diferencia de lo que hiciera Aguinaga, 
en esta ocasión se optó por una arquitectura contrastada, 
radicalmente diferente a la edificación existente. 
Ya en su interior, las salas del museo nos llevan a través de la Historia de 
Las Encartaciones, una de las comarcas menos conocidas de Bizkaia...